Expresa su opinión de una forma clara y coherente, después de haber pensado lo que realmente quiere transmitir.
Aprecia la capacidad de comprensión de los demás y se adapta a ella, situándose al nivel de comprensión del grupo.
Explica su opinión al grupo y los motivos por los que piensa así sin extenderse excesivamente, pero sin sustraer información importante para la comprensión de su pensamiento y su opinión.
Expresa su pensamiento después de un esfuerzo por entender cuáles son los puntos más importantes de lo que se está diciendo y las razones por las que se dice.
Recalca la idea principal de su pensamiento y la aclara con algún ejemplo, sin excederse.
Expresa sus opiniones, sentimientos y propuestas buscando sinceramente llegar a soluciones de grupo, no tratando de imponerse al grupo.
Defiende con interés sus puntos de vista, sin tratar de imponerlos al grupo como los únicos posibles. Utiliza expresiones como «me parece», «pienso que … ».
Si no tiene nada que decir, se calla. Prefiere mantenerse en un silencio atento o simplemente exponer los motivos por lo que no ve clara la cuestión, antes que dar una opinión contundente no madurada, que luego tendrá que cambiar.
Utiliza un vocabulario sencillo, preciso y comprensible por todos los miembros del grupo. Se muestra sencillo y cordial.
Se esfuerza por separar de una manera consciente en sus intervenciones las posibles soluciones al problema de sus reacciones emotivas ante los miembros del grupo.
Se esfuerza por ser objetivo, reconociendo las aportaciones positivas del razonamiento de los demás y pasando por alto los detalles intrascendentes.
Es consciente de sus prejuicios y de los puntos en que puede sentirse herida la sensibilidad de los demás. Se esfuerza por respetar a los demás y no herir sus sentimientos.
Defectos
que causan conflictos en la comunicación
No ha pensado lo que quiere decir. No organiza su pensamiento. Improvisa sobre la marcha y en desorden.
Se expresa sin tener en cuenta si los demás le entienden o no.
Cree que todos tienen el dominio del tema que él tiene, y no se detiene a analizar los motivos que le llevan a dar esa opinión.
Se expresa pasando por alto puntos importantes de lo que los demás han dicho y sin seguir el razonamiento que se está haciendo.
Se extiende en detalles, aclaraciones, ejemplos, etc. sobre el asunto que se trata, y la idea principal de lo que quiere expresar queda diluida en medio de un aluvión de detalles.
Se muestra egocéntrico. Se fija sólo en sus propias ideas, propuestas, sentimientos, etc.
Presenta su opinión de una manera agresiva al grupo. Dogmatiza.
Necesita intervenir, llamar la atención del grupo, aunque no tenga nada que decir o no vea claro el tema.
Utiliza el grupo como una tribuna de oradores, con palabras altisonantes y gestos inadecuados. Habla para que le escuchen.
Responde al otro, no porque piense distinto que él, sino porque no sintoniza afectivamente con él.
Habla para atacar a otro, poniendo de relieve ante todo los fallos de su razonamiento o los detalles erróneos de su pensamiento.
Tiene prejuicios respecto de los demás. Al hablar hiere la sensibilidad y los prejuicios de los demás, consciente o inconscientemente.
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