¿Debe la educación preparar aptos competidores en el mercado laboral o formar hombres completos?
¿Ha de potenciar la autonomía de cada individuo, a menudo crítica y disidente, o la cohesión social?
¿Debe desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo?
¿Atenderá a la eficacia práctica o apostará por el riesgo creador?
¿Reproducirá el orden existente o instruirá a los rebeldes que pueden derrocarlo?
¿Mantendrá una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras diferentes formas de vida (drogas, televisión, polimorfismo estético) o se decantará por razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia?
¿Pueden simultanearse todos estos objetivos o algunos de ellos resultan incompatibles?
Evidentemente, la institución educativa no es el único agente responsable de la educación de los valores. Las prácticas educativas familiares, los medios de comunicación y el propio contexto socio-político, ejercen igualmente un papel muy relevante.
Por otro lado, y relacionado con la influencia del contexto, cualquier educador es sensible a la influencia que el neoliberalismo y las economías de mercado, están ejerciendo al fomentar el individualismo, la eficacia, la competencia, el prestigio social, etc. como valores deseables.
Si a esto unimos la frecuencia y abundancia de la violencia, el engaño y la corrupción en nuestros contextos políticos más próximos, cualquier educador se puede preguntar ¿Tiene sentido una educación en valores, cuando los modelos socio-políticos presentan unas conductas, tan diferentes a las que se quieren promover? ¿Qué sentido tiene explicar en clase, el por qué es importante pagar nuestros impuestos, si los alumnos comprueban que “los que mejor viven” no lo hacen?
Muy probablemente todos no estaremos de acuerdo en definir las características y las jerarquías de los valores, y esto es lo que le da importancia y riqueza a esta cuestión crucial de nuestra existencia.
De acuerdo con la mayoría de los autores, presentamos una serie de características propias del valor:
Otra clasificación, en sentido ascendente, implica una categoría de valores probablemente aplicables a la mayoría de las personas:
En cuanto a una lista de valores básicos para la educación, éstos podrían ser:
Bartolomé (1997), en un estudio básicamente etnográfico dedicado a la escuela multicultural, señala la importancia de los valores en las acciones encaminadas a la construcción de un nuevo tejido social.
Una afirmación de este tipo implica situarse en una postura relativista, pero igual se propone la realización de unos valores básicos extensibles a toda la comunidad:
Aún así, se admite la existencia de una serie de valores más amplios, diferenciados para los diversos grupos étnicos, que se puede resumir así:
(Basado en un texto de inteligencia-emocional.org)